11-M: ¿tanto cuesta decir ‘me equivoqué’ y pedir perdón? A última hora ya todos los servicios secretos internacionales, desde el Mosad a la CIA sabían que era un atentado islamista. Aznar también José María Aznar, Pedro J. Ramírez, Federico Jiménez Losantos y el arzobispo de Madrid, Rouco Varela, son los agitadores principales de una teoría que ya prácticamente no tiene seguidores en España, salvo algún radical de la derecha. Es la teoría de la conspiración, esa que defiende que los atentados del 11-M no fueron planificados y perpetrados por el terrorismo yihadista, sino que fue una conjunción de etarras, socialistas y policías traidores. Nunca se ha visto nada igual en un país democrático, que diez años después haya gente que siga en una paranoia con la que destrozaron sin miramientos la vida de mucha gente: el comisario de Vallecas cuya mujer se suicidó, el juez del Olmo que enfermó y ha tenido que dejar la carrera judicial, una de las fiscales, o la madre de una víctima, Pilar Manjón. Hay más más. El odio y las gravísimas acusaciones lanzadas por la cadena Cope y El Mundo destrozaron la vida de mucha gente y, a día de hoy, siguen sin pedir perdón. Cuando todos pensamos en ETA Durante toda la mañana del 11-M la inmensa mayoría de los españoles creíamos que había sido ETA. Las ruedas de prensa de Zapatero y del Lehendakari Ibarrtxe lo demuestran. Hubo muy pocas excepciones y recuerdo algunas, porque en esas fechas era asistente personal y de prensa del líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero. Conmocionados desde que llegó la primera noticia, estábamos en los estudios de TVE, a donde el líder del PSOE había acudido para dar una entrevista electoral, recuerdo que uno de los policías nacionales que formaban parte de la escolta de Rodríguez Zapatero se me acercó y me dijo: ésta no es la forma de actuar de ETA, esto de explosiones en varios vagones me recuerda más a los islamistas. Tanto yo como el resto de escoltas le respondimos que no lo creíamos y que era ETA. A media mañana otro de los pocos que puso en duda la autoría etarra fue Baltasar Garzón, entonces juez, que visitó el escenario del crimen. Conocía el ‘modus operandi’ etarra y no cuadraba. Tampoco nadie le hizo caso. A primera hora de la tarde, en la sede del PSOE en Ferraz, recibí una llamada de Miguel Sebastián. Quería hablar con Zapatero -que comunicaba sin parar- para contarle que le acababa de llamar desde Nueva York un financiero amigo, quien aseguraba que en la City se hablaba de terrorismo islámico. Sebastián me dio un dato: nunca en la historia la bolsa de Nueva York había bajado por un atentado de ETA, nada más abrir la bolsa de Nueva York bajó y la explicación de todos los inversores eran los atentados de Madrid. Finalmente Sebastián habló con Zapatero y éste no le dio mucha credibilidad, pero ordenó a Trinidad Jiménez, entonces secretaria de Política Internacional, que hablara con sus contactos en la Casa Blanca. Zapatero contactó con Javier Solana, entonces responsable de política exterior y de Defensa de la Unión Europea y una de las personas que más y mejor información tenía en todo el mundo por razones obvias, y Solana le avisó de que iban a detener a un comando islamista en España al tiempo que le informó que los servicios secretos de los países más importantes solo barajaban una autoría: la yihad islámica. A media tarde todos los servicios secretos de los países más importantes lo sabían: el atentado era obra de los terroristas yihadistas. La obcecación de Aznar Y esa información llegó a Moncloa, al entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, quien ya por la mañana había rechazado la petición de Zapatero de convocar el Pacto anti terrorista. Si la información la tenía el PSOE era obvio que la tenía el Gobierno, entre otras cosas porque Aznar mantenía excelentes relaciones con Bush. Aznar no sólo se obcecó en asegurar que era ETA, sino que se puso en marcha la mayor campaña política y mediática que ha vivido este país al servicio de una mentira. Acebes, entonces ministro de Interior, lo dijo muy claro, quien se atreva a decir que no es ETA es un antipatriota, un antiespañol. El Gobierno de Aznar forzó un comunicado de condena en la ONU en la que responsabilizaba a ETA del atentado. La perplejidad entre las delegaciones de otros países era absoluta, pero se accedió ante la vehemencia del Gobierno español. Las elecciones estaban cerca y la administración norteamericana no deseaba poner problemas a su amigo Aznar. Hoy hay una opinión unánime en el PP que nadie se atreve a decir públicamente: Aznar gestionó de la peor forma posible las horas posteriores del atentado. Lo saben desde diputados a senadores pasando por alcaldes. Pero no se atreven y no pueden, por eso lamentablemente siguen dejando espacio a la duda. El atentado no dividió a los españoles, los dividió Aznar Es difícil, muy difícil, ponerse en la piel de un presidente del Gobierno que pocos días antes de las elecciones, se enfrenta a un atentado que costó la vida de 191 personas o 1.858 heridos. Aznar no repetía como candidato y nunca se pudo imaginar que se iría de La Moncloa con el mayor atentado terrorista de la historia de Europa hasta la fecha. Para empezar, el presidente Zapatero le ha concedido algo que jamás se hubiera producido al revés, porque en una entrevista concedida a El Mundo, Zapatero afirma que Aznar no fue el culpable del atentado y se muestra comprensivo sobre el estado de ánimo que pudo tener esos días el expresidente. Y eso, a pesar de lo que Zapatero define como “dura” conversación la que mantuvieron ambos la mañana del 11-M. En mi opinión, y por lo que sé, fue dura y maleducada. Siempre he tenido el convencimiento personal que, de haber sido al revés, Aznar hubiera responsabilizado personal y públicamente a Zapatero del atentado. Aznar se empeñó en asegurar que había sido ETA, y no se quedó ahí, porque junto a su fiel amigo Pedro J. Ramírez, entonces director de El Mundo, y Federico Jiménez Losantos, líder entonces de la Cope (la radio de los obispos) acusaron a todos aquellos que no tragaban con la versión de Aznar de antipatriotas y traidores. Luego fueron más lejos. Acusar a policías y al PSOE de ser los autores intelectuales del atentado es uno de los hechos más graves que ha vivido esta Democracia. El Mundo y la COPE dieron pábulo a informaciones que señalaban a todo el Partido Socialista como asesinos terroristas. Jamás se ha visto nada igual. Y jamás a nadie del PSOE se le hubiera ocurrido hacer eso con el PP. Obcecación periodística A todos aquellos que tengan dudas habría que exigirles que se leyeran la sentencia. Y sin son periodistas que hablen con los servicios de inteligencia de cualquier país del mundo, desde la CIA hasta el Mosad. Pedro J. Ramírez, amigo y admirador de Aznar no podía y no puede dar marcha atrás por dos razones: por lealtad a Aznar y porque no puede o no quiere reconocer que durante años, muchos años, sostuvo una información que siempre supondrá una mancha en su influyente carrera periodística. Pedro J. admira a la prensa anglosajona pero olvida que en los medios anglosajones los directores dimiten cuando publican mentiras a cinco columnas. Y si la teoría de la conspiración la alimentó sin ‘mala intención’, es decir si lo que estaba detrás no era ayudar a Aznar y deslegitimar un resultado electoral democrático, todavía está a tiempo de reconocer que se equivocó. Pero es incapaz, sigue y sigue con su teoría conspirativa que ha dañado su prestigio internacional como periodista. Imagínense la cara de periodistas, por ejemplo, de ‘Time’, ‘The New York Times’ o cualquier otro si alguien les dice: en España hay un conocido es director de periódico que insiste en que los atentados del 11-M no fueron obra de los islamistas. Hasta en una conocida serie norteamericana sobre la CIA y el terrorismo islámico, Homeland, se habla del 11-M. Es como si el director del Financial Times llevara diez años sosteniendo que Elvis Presley sigue vivo. Ese sector de la derecha Toda esta triste historia ha puesto de manifiesto que hay un sector de la derecha española -ni me gusta ni quiero generalizar- con una enorme capacidad de hacer daño que es incapaz de reconocer la verdad si esa verdad implica decir “me equivoqué”. La teoría de la conspiración ha destrozado, literalmente, la vida de muchas personas. Me cuesta creer que Pedro J. Ramírez, Losantos o el actual director de El Mundo, Casimiro García Abadillo, puedan conciliar el sueño al pensar que por sus informaciones un juez perdió la salud y abandonó su carrera, una fiscal ha necesitado ayuda psicológica, un comisario de Vallecas ha visto destruirse a su familia con el suicidio de su mujer y una madre, Pilar Manjón, que jamás superará el dolor de la pérdida de su hijo, se enfrentaba cada mañana a insultos y amenazas por no plegarse a la doctrina del PP y de sus medios afines. ¿Jamás han pensado en el daño causado?. Hoy, todavía hoy, tuiteros de extrema derecha insultan a Pilar Manjón. ¿Y si alguien del PSOE insultara en Twitter a una víctima del terrorismo del PP? Ese sector de la derecha española, que espero que sea minoritario, sigue dando miedo. Información que El Mundo dedicó el 2 de junio de 2009, con motivo de la presentación del libro 'conspiranoico' Titadyne y en la que señaló con el dedo a 18 mandos policiales, jueces y fiscales que participaron en la instrucción del 11-M acusádoles de haber impedido que se supiera la verdad El 2 de junio de 2009 Mundo dedicó una doble página al libro ‘conspiranoico’ Titadyne que incluía un artículo firmado por Pedro J. en el que, bajo el título “Yo Acuso” señaló con el dedo a 18 mandos policiales, jueces y fiscales que participaron en la instrucción y juicio de 11-M por haber impedido, en su opinión, que se supiera la verdad Veo hoy El Mundo y esa portada equívoca. Solo se habla de terroristas radicales islamistas, pero insiste en que hay dudas. No deja de llamarme la atención la incapacidad de algunos medios de comunicación de reconocer que se equivocaron. Y de nuevo hay tristes declaraciones de dirigentes del PP. La número dos del Partido Popular, Dolores de Cospedal, sigue abonando la teoría de la duda y me indigna su enorme irresponsabilidad, porque la número dos del partido que actualmente gobierna España no puede cuestionar la investigación de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado ni al sistema judicial español. Eso lo puede hacer un antisistema, la número dos del PP y presidenta de Castilla-La Mancha no. Y tampoco lo puede hacer el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González por idénticas razones. La declaraciones del presidente madrileño son impropias de un dirigente político, son intolerables y una falta de respeto a las víctimas. En cuanto al arzobispo de Madrid, Rouco Varela, hace muchos años que se comporta más como un militante talibán del ala dura del PP que como un pastor de la Iglesia Católica. .Comentarios (2) manalcar | 3/11/14, a las 11:14 pm No pueden salir a decir “me equivoqué”, porque los conspiranoicos no se equivocaron, desde un principio sabían lo que hacían y decían, todo estaba premeditado, había que ganar las elecciones a toda costa, usando cualquier medio lícito o no y esta masacre les vino de maravilla como munición disparando contra todo lo que se movía. De hecho las andanadas salían desde los sectores mas casposos y reaccionarios. La derecha española siempre ha necesitado de conspiraciones, de terroristas y de enemigos de la Gran España, una, grande y libre. Andrés Amenedo | 3/12/14, a las 9:09 am Zapatero con sus errores e incapacidades es un democrata, pero Aznar no, es un fascista de lo más radical; y un fascista jamás reconoce un error. |