18-10-09 11:08 | #3559428 |
Por:No Registrado | |
Costa a Camps: "Ya está bien, presidente" Francisco Camps, según los que le conocen, es un hombre que vive en un plano muy distinto al de la realidad que aprecian los demás a simple vista. Tanto que es capaz de decir, y forzar a su siempre fiel Canal 9 a que le siga, que en la reunión en el parador de Alarcón con Mariano Rajoy la semana pasada sólo se habló de una dimisión: la de José Luis Rodríguez Zapatero. La obsesión de Camps por difuminar la realidad hasta que coincida con sus deseos le ha llevado en la última semana, la más dura desde que lidera el PP valenciano, a engañar a todos, pero en especial a su número dos, Ricardo Costa, y a su presidente, Mariano Rajoy, en una huida hacia adelante que estalló definitivamente ayer. Todo arrancó el jueves pasado. Camps creía que podía dejar pasar los días sin más. Incluso le había asegurado a Costa, con el que hablaba hasta 10 veces diarias, que Rajoy nunca le pidió su cabeza. En su afán por crear ese mundo paralelo, Camps llegó a decirle a Costa: "Para tu tranquilidad: si te vas tú, me voy yo". Pero el jueves todo se complicó. Mientras Rajoy seguía esperando a que su amigo Camps destituyera a Costa, y recibía críticas por su inacción, Esperanza Aguirre se adelantó. A media tarde expulsó del Grupo Popular a sus tres diputados imputados. Y Génova ardió. Rajoy quedaba de nuevo desairado por su gran rival. La presión a Camps se hizo más intensa. Y éste llamó a Costa, de noche. Por primera vez pronunció la palabra "dimisión", pero ni siquiera se la pidió expresamente. Simplemente se lo dijo como reflexión. Costa contestó que no dimitiría, que no había hecho nada, que le cesaran si querían. Le contó a su jefe que estaba destrozado, que quería irse de puente. "Vete tranquilo", le dijo aquél. El viernes, el presidente siguió engañando. A Génova -sede nacional del PP- le contó que ya había pedido la dimisión, a Costa que no se preocupara. Hasta que Rajoy ordenó un ultimátum. Génova amenazó con expulsar a Costa desde Madrid, y para evitar la humillación Camps le llamó a León, donde estaba ya de puente. "Yo no quiero, pero Génova me exige tu cese", le dijo. Y siguió llamando, una y otra vez, a Costa y a Rajoy para tratar de que nadie se enfadara con él, su gran obsesión. Costa rechazó dimitir y Camps intentó ganar tiempo. No le cesó, como le pedía Génova. Convocó el martes una reunión para cesarle "temporalmente". "Estoy muy preocupado por ti", le decía una y otra vez por teléfono. A partir de ese momento, Camps se puso manos a la obra para evitar lo que más temía: una reunión del Comité Ejecutivo en la que se viera finalmente que el Rey está desnudo, que ya no controla el partido, que su amistad con Álvaro Pérez, El Bigotes, y su empeño en no dar ninguna explicación -siempre mandaba a Costa a darlas- habían machacado su imagen. Camps pidió ayuda a Génova para controlar esa reunión -Dolores de Cospedal llamó a Carlos Fabra y al zaplanista José Joaquín Ripoll para pedirles calma- mientras pensaba en cómo contentar a Costa para evitar la ruptura. El martes, mientras su secretario general se defendía públicamente con un comunicado en el que recordaba que él llegó a la secretaría general cuando El Bigotes ya lo hacía todo en el PP -lo que apuntaba a Camps, que fue quien lo fichó-, el presidente volvía a llamarle para buscar un acuerdo y quedaba a comer con Fabra, el barón castellonense, imputado por varios delitos fiscales y de tráfico de influencias. Camps quería a toda costa evitar una votación. Sabía que la destitución de Costa podría contar con los votos en contra de los dirigentes de Castellón, liderados por Fabra, y que los zaplanistas de Alicante le dirían: "Si Costa se va por sus relaciones con El Bigotes, ¿por qué no se va también Camps, que era su "amiguito del alma?" Fabra estableció las condiciones de Costa. No habría dimisión, como quería Costa, y no se votaría nada, como quería Camps, ni hablaría nadie. El presidente no le dijo a Fabra que Costa debería dejar de ser portavoz. El truco funcionó. Pero sólo hasta que Rajoy se enteró. Camps le engañó. "Vamos a hacer un comunicado en el que le damos por cesado de los dos puestos", le dijo Rajoy. "Bueno", respondió Camps, ya fuera de juego. Costa redactó después un comunicado para desmentir a Génova, que supervisó Nuria Romeral, la jefa de prensa de Camps. Era demasiado. El cruce de llamadas fue durísimo, ya de madrugada. Camps seguía intentando aplacar a Costa. Federico Trillo hizo un último intento. Llamó a Juan Costa, que estaba con su hermano. "Pídele que dimita". "Este entuerto lo ha provocado Camps, debe resolverlo él", sentenció el ex ministro ratista. "Puedes conservar tu escaño de portavoz", ofrecía Camps, desesperado. Ayer, todo estaba hecho. Camps se fue a ver a Costa al Parlamento autonómico. Cospedal amenazaba con expulsarlo si seguía de portavoz. "Es temporal, volverás", insistía Camps, siempre en su mundo idílico. No quería aparecer, pero se vio forzado a explicárselo él a los 50 diputados. Los convocaron, apiñados, en el despacho de Costa. El presidente hizo una loa a su mano derecha, deshecho. "Y como me dicen que no dejo hablar, si alguien quiere hablar, que lo diga". El silencio fue terrible. "Ya está bien, presidente", cerró Costa, lloroso. La impostura ya no podía seguir más. | |
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21-10-09 23:19 | #3599070 -> 3559428 |
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¡Ay pipiolos... cuanto costais de criar! Por: No Registrado | 29-12-07 14:26 No Registrado | 1 |