Cuevas del Campo - Granada

El frío contacto de sus manos, dejó su recuerdo.
Mi pálpito se movió por afilados cuchillos desnudos.
Se instaló el silencio de los palos cruzados,
llenando de amargura mi rechinada impotencia.
Quedé fuera del andén por su viaje sin retorno,
al encuentro de nuestros queridos ancestros y
por los que aún, rozan sus clavadas maderas.
Mis húmedos ojos dieron paso a plácidos recuerdos.
Vi tus profundas comisuras, sin expresión alguna.
La familia de tu juguetona niñez, ya entre el granito o cemento.
Tras los vidrios del hospital se respira naturalidad.
Mis manos encogidas, se elevaron y, mi vista con ellas,
buscando algo de la catedral, que libere su silencio,
entre los pasos cortos, reflexivos y llenos de quietud,
me pregunto: ¡Ya nada, es como antes!.
Ya no necesitas caricias de niños, que tanto recordabas.
A esperar, para estar juntos en el frío beso
y sentir la larga sombra, bajo las raíces de los cipreses.
A.R. desde el caño jorge..