Navelgas - Asturias

El viajero que llegue a Navelgas, con dificultad en el nevado invierno de la montaña Asturiana, o en alegre excursión de primavera-verano, estará inmerso en plena Asturias rural, En toda la zona encontrará todavía una buena artesanía de la madera, del hierro, del lino o la lana. En todo el concejo de Tineo podrá toparse aún con los ancestrales Vaqueiros de Alzada, un antiguo pueblo de la montañas que transhuman en primavera hacia las brañas de la montaña tornando en otoño, cuando barruntan las nevadas, al cobijo de los pueblos. Si al visitante le gusta la soledad de las zonas altas, podrá adquirir una cabaña a buen precio donde volver para curarse del estrés urbanita.

Lejos de las concurridas rutas turísticas, el excursionista encontrará restaurantes, fondas, hostales y casas rurales con una cocina tradicional contundente, servida en raciones descomunales a un precio asombroso (por lo asequible) En cualquier caso el comilón no dejará Navelgas sin probar los jamones y embutidos del pueblo, un buen pote de berzas y la suntuosa carne a la cual los generosos pastos del concejo dan una textura y un sabor inconfundible. Ha de probar la carne guisada, la carne rellena, y por supuesto un chuletón rojo que se deshace en la boca dejando en las papilas el saborín que imprime a la pieza los verdes pastos de la montaña Asturiana. un postre a base de frisuelos con la miel de casa es una golosina que bajo ningún concepto puede omitir el goloso. Yo no quiero tentar al tragón a caer en el pecado de la gula, pero haga por conseguir una docena de truchas recién pescadas en los cristalinos ríos del concejo, frialas con el aceite bien caliente, y una vez turradinas échelas en el plato e hínqueles a continuación el diente ¡Placentero privilegio reservado paro los predilectos de los dioses Astures!

Calla, que se me olvidaba: esa noche en que la pesadez de las contundentes comilonas no le permita probar bocado, antes de irse a dormir consiga que le sirvan unas papas con leche (farrapes: harina de maiz cocida y mezclada con leche) y sentirá en la el paladar el sabor consistente del plato agrícola por excelencia

Por último el visitante bajará al río y bateará pacientemente la arenisca de la orilla con la seguridad de que portará, para desesperada envidia de amigos y conocidos, una muestra de oro, más o menos generosa en razón a la paciencia y la suerte, y el discurso de haber tenido acceso a una zona reservada para quienes huyen de la masificación programada y se aventuran a conocer nuevas sensaciones en viejos pueblos con la gente de siempre.

V.Castrillón